Carmelo y Carolina, ambos de 48 años, son un matrimonio de oficio sepultureros; lo que hace 20 años comenzó como una forma de sobrevivir, hoy es un trabajo de herencia familiar, pues sus tres hijos también se dedican a la misma labor que implica desgaste físico, el riesgo de sufrir un accidente e incluso pasar por experiencias paranormales.
Entre las tumbas de los panteones en los que han dejado casi la mitad de su vida, la pareja de esposos contó a El Sol de Puebla todo lo que hay detrás de su oficio, cómo este ha ido creciendo y de qué forma se han enfrentado a diversas situaciones de riesgo.
Carmelo Pedraza Hernández y Carolina de la Rosa Díaz son vecinos de la comunidad de San Lucas Atoyatenco en el municipio de San Martín Texmelucan.
El padre de tres jóvenes de 12, 22 y 29 años, respectivamente, compartió que él comenzó siendo albañil y después sepulturero, oficio que su esposa Carolina aprendió con el fin de ayudarlo a solventar los gastos de la casa.
De esta forma ambos empezaron a realizar trabajos no solo de excavación de fosas para el sepulcro de los fallecidos, sino también elaboran capillas, realizan la limpieza y enfloran tumbas.
Carolina admitió que es un trabajo al que le costó acostumbrarse, pero con el paso del tiempo se adaptó y lo hace con mucho respeto.
Piden permiso para empezar a excavar
Por su parte, Carmelo señaló que antes de comenzar a trabajar en una tumba o en una excavación, según sus creencias religiosas, piden permiso a las ánimas de los difuntos
Y es que el varón de 48 años relató que han pasado por experiencias sobrenaturales como el escuchar música, a niños jugar, reírse, así como diversos ruidos y hasta pelotas o juguetes que de la nada se mueven, e incluso, han visto sombras con la figura de personas.
Aunque con los años ellos ya se acostumbraron a ese tipo de cosas, indica Carmelo, hay jóvenes que han querido incorporarse a este trabajo, pero a la primera experiencia paranormal, deciden abandonarlo.
“Hemos escuchado cómo se ríen los bebés, las pelotas se mueven, se ven sombras de mayores. La más reciente fue cuando llegué con mis trabajadores a rascar, se escuchó un silbido y como su hubieran abierto la compuerta para el paso del agua, pero ésta solo se abrió y se cerró sin que el agua pasara; uno de los muchachos que escuchó junto conmigo todo eso, jamás volvió a trabajar, le entró mucho miedo, pero uno se acostumbra, yo sigo haciéndolo, solo hay que hacerlo con respeto”, contó el entrevistado.
Riesgos de ser sepulturero
Sin embargo, más allá de estas experiencias, tanto Carmelo como Carolina recalcaron que hay muchos peligros en esta labor, pues al momento de hacer la faena para arreglar tumbas o rascar donde un cuerpo va a ser sepultado, se han encontrado con alacranes, víboras y animales peligrosos e incluso con vidrios y pedazos de lata que los pueden cortar.